miércoles, 5 de diciembre de 2012

Taylor Swift - Red (2012, Estados Unidos)


Es difícil no dejar de hablar del último disco de Taylor Swift, que ya es todo un éxito de ventas, y que tiene a buena parte del mercado norteamericano rendido a sus pies, principalmente por toda la maquinaria comercial que mueve Big Machine Records, dedicada principalmente a artistas de género country, ese género que ya no es del todo propio de la potencia del norte, sino, recordemos a artistas como Shania Twain, canadiense que hizo una fructífera carrera en este mismo formato, y sin ir muy atrás en el tiempo, encontramos a Keith Urban, australiano que también disfruta del éxito de ventas y reconocimiento musical con el mismo género.

Taylor Swift llega una vez más con esta combinación muy equilibrada entre pop y country, que nos dejará muchas interesantes propuestas luego de escuchar la totalidad del trabajo; primero, porque se encuentra en constante búsqueda de nuevos sonidos, y segundo, porque intenta mostrarse como una chica madura, que a diferencia de otras artistas contemporáneas que se van despojando cada vez de más y más ropa para mostrarle al mundo que van creciendo, esta blonda muñeca de porcelana no se apresura y prefiere ser aún sobre el escenario una chica que va descubriendo sus capacidades, que cree en su propuesta más allá de vacilaciones estéticas, aunque por supuesto, descuidar ese aspecto tampoco está en sus planes, pero siempre como complemento a lo musical.


Red, es un álbum pop country, que por momentos divaga en buen sentido con el indie, el britpop y el dubstep.   Por casualidad o a conciencia, Swift logra combinar estos estilos sin que el resultado sea un extraño experimento, por el contrario, logra apropiarse de ellos como si hubieran sido parte de su esencia siempre.

Este cuarto disco comienza con State of grace, un solvente corte pop, jugando con la psicoacústica de los tambores y la voz de una Taylor Swift que se multiplica como un eco. De esta buena obertura, prosigue Red, con un banjo que nos avisa del country que se acerca, de un country con violín incluído, poblado de elementos pop que logran una amalgama que calza a la perfección y que por algo da título al disco.

Treacherous es el tema que pone calma en el panorama, pero una vez culminado se eleva todo una vez más con I knew you were trouble, que se presenta con un sonido electrónico y completamente novedoso en su discografía, con guiños al dubstep y una voz entrecortada que emula una típica mezcla de dj. All too well es una genial pieza que vuelve a bajar las revoluciones del álbum, donde el bajo y la batería hacen notar bastante su presencia. 22 y We are never ever getting back together son canciones muy similares, aunque la segunda es la que fue lanzada como single y la que prácticamente le abrió las puertas al éxito de este nuevo álbum.


Y como para recordar Our song (Taylor Swift, 2007); The other side of the door (Fearless, 2009) y Mean (Speak Now, 2010); Stay, stay, stay se presenta como el track netamente country, con aires bastante sureños, donde Taylor se desenvuelve de forma muy natural, dejando presente su principal influencia.  A continuacion, The last time amplía el espectro musical y explora en la ruta del indie acompañada de Gary Lightbody, cantante y líder de la banda escocesa Snow Patrol. El resultado es una canción muy buena, aunque con un estilo extremadamente similar a los escoceses, resultado tal vez de que el tema en cuestión fue producido por Jacknife Lee, quien tuvo en sus manos la producción de Eyes Open, el mejor trabajo de Snow Patrol a la fecha.

Holy Ground, pista once del álbum, presenta el mismo recurso de State of grace, psicoacústica, pop cumnplidor, y coros complementarios, aunque el silencio a los 31 segundos es el que termina por dar personalidad al tema. Sad, beautiful, tragic es una canción que recuerda bastante a Safe and sound, que hiciera al lado de The Civil Wars para la saga Crepúsculo. Everything has changed es otra de las novedades, y esta al parecer resultó ser mucho más atractiva que juntar a Taylor con Gary Lightbody, porque Ed Sheeran, quien hace la segunda voz en el tema, es un cantante inglés que últimamente se está conviertiendo en la sensación de los adolescentes por tener un disco plagado de canciones de amor, básicamente de carácter tímido y melancólico acompañado en más de una ocasión sólo de una guitarra acústica. Starlight, es también el acostumbrado sonido pop que se escuchó en You belong with me; The story of us y I'm only me when I'm with you.  Lucky One y Begin again son tracks familiares, acostumbrados, donde se destaca el buen trabajo de cuerdas, ya sea de guitarras, banjos y violines, dejando siempre aquella vena country entre tanta balada de amor.




We are never ever getting back together   hacía presagiar que el sonido de Taylor Swift estaba a punto de abandonar el country, porque se presentaba como single a una canción extremadamente pop, al estilo de Katy Perry o Kesha, pero las dudas se despejaron al escuchar la producción completa, el estilo sigue intacto, con algunas experimentaciones que no abruman ni se apoderan del resultado final del producto, todo lo contrario. Red, su cuarto disco, es lo mejor que viene haciendo hasta el momento.










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Parte de esta reseña fue publicada el mes de Noviembre 2012 en la revista Zona Joven (#164)

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